En tanto herencia de unos mecanismos racionales gastados, la planta libre supone un sistema espacial idealmente ilimitado, indefinido y flexible, pero prácticamente indiferente a los usos y los lugares. Es una planta sin fin hacia dentro y hacia fuera. Aquí el dogmático principio es literal, aunque con una diferenciación explícita de tamaños. Este es un modelo de infraestructura educativa, basado en plantas reguladas pero diáfanas, depuradas hasta el punto de llegar a prescindir de núcleos de circulaciones, con simples marcos rígidos de hormigón armado.

Un sistema de pilares y vigas forma un entramado rectangular, de planta homogénea y sección variable, con elementos de tamaños progresivos y de cantidad inversamente proporcional en altura: con pocos pero grandes apoyos abajo y con numerosos pero pequeños apoyos arriba. La secuencia de transformación estructural en cinco niveles no sólo establece una clara distinción del carácter espacial (que pasa de firme y robusto a refinado y liviano) sino que multiplica también las posibilidades funcionales de cada nivel, admitiendo actividades colectivas masivas en contacto con el suelo y otras actividades individuales en una condición más aérea y retirada.