Centro de Formación del Profesorado, Madrid
Miguel Fisac 

Centro de Formación del Profesorado, Madrid

Miguel Fisac 


Realizados sólo en parte, los pabellones del Centro de Formación del Profesorado levantados junto a la carretera de La Coruña muestran con una volumetría diferenciada la función que albergan. Los cuerpos de ladrillo ocupados por la zona de acceso, las aulas, las oficinas o las clases prácticas encuentran su hilo conductor en una ligera marquesina ondulada de hormigón.

«Era un edificio para profesores de instituto de enseñanza media y profesional que venían aquí quince días para renovar sus conocimientos; había clases teóricas, clases prácticas y todo estaba muy estudiado. Era importante favorecer el intercambio entre ellos y por eso se dio en el proyecto tanto protagonismo a los espacios abiertos. Se hizo en varias fases y yo iba añadiendo cosas conforme me iban diciendo, alrededor de patios que recordaban aquello que me había gustado tanto en la Alhambra, donde el palacio no se hizo de una vez, sino de forma aditiva. Es uno de los edificios con los que más he aprendido, junto con la arquitectura japonesa. Porque leer nunca me ha gustado mucho, si exceptuamos Complejidad y Contradicción, el libro de Robert Venturi que me hizo mucha gracia porque criticaba con ingenio el Movimiento Moderno.»

Además de la elección tipológica, las cuestiones constructivas vuelven a constituir para Fisac el centro de gravedad del proyecto. «Yo empecé entonces a darle vueltas al tema del hormigón—que a mi entender, es el mejor material que hay para construir— y quería reflejar de alguna manera su condición fluida, diferenciarlo de los demás materiales que llegan sólidos a obra. La piedra se labra, el ladrillo se prensa en un molde, pero el hormigón es un material que se coloca en obra en estado pastoso. Con esa preocupación, mandé hacer unos moldes con cuerdas y escayola para la marquesina que, pasados unos nueve días, se desencofraron y quedaron esas formas de contornos blandos. De esta manera inicié una investigación que me llevó años más tarde hasta el encofrado flexible.»

«Fue una pena que el sistema de los institutos laborales se viniera abajo; era un sistema inspirado en la enseñanza alemana de los oficios, algo pensado para que los agricultores, artesanos y todo tipo de operarios tuvieran una formación sólida, no para que dejaran de serlo. Ahora lo que han hecho ha sido abandonar esa formación y seguir tan rústicos como eran. Actualmente, la construcción está en manos de los emigrantes, de mano de obra que no está especializada, y en las obras se ven albañiles que no saben ni coger un ladrillo, ni andar por un andamio. Se han perdido por completo los oficios.»... [Seguir leyendo el artículo original]