Salas culturales en un monasterio del s. XII, Fitero
AH Alonso & Hernández 

Salas culturales en un monasterio del s. XII, Fitero

AH Alonso & Hernández 


Con apenas dos mil habitantes, Fitero es una de las localidades más visitadas de Navarra. Su mayor atractivo turístico reside en el monasterio cisterciense de Santa María la Real, que comenzó a levantarse a principios del siglo XII. Entre las estancias auxiliares que se disponen en torno al claustro destaca en el ángulo suroeste el esbelto volumen de la biblioteca, cuya construcción sobre los muros del primer refectorio está documentada desde principios del siglo XVI. Como parte de una iniciativa municipal para la recuperación parcial del conjunto monástico, se ha acometido la rehabilitación de este cuerpo y de las antiguas cocinas para su conversión en salas con capacidad para albergar distintas propuestas culturales.

Las tres estancias objeto de la actuación ocupan dos paralelepípedos contiguos, de igual crujía pero diferente morfología y características constructivas. Las cocinas, que ocupaban el prisma menor, se han transformado en un espacio unitario en el que la luz se ha potenciado con la sustitución de la bóveda original por una cubierta de madera coronada por una linterna. Este pequeño recinto filtra las circulaciones de entrada al monasterio e inicia una secuencia dominada por el contraste formal y lumínico que continúa en el refectorio, un espacio horizontal de atmósfera en penumbra —apropiada para la proyección de audiovisuales— dominado por un forjado reticular de madera laminada con cuarterones que evoca un artesonado. De sus vigas de canto descuelga una escalera metálica exenta que se desarrolla sobre el eje de la sala, acentuando su direccionalidad, valorando el perímetro murario y enmarcando el vano que se abre al claustro. La escalera conduce a la estancia que durante siglos albergó la biblioteca, cuya frágil bóveda hubo de ser demolida para construir sobre ella una estructura de cubierta que garantizara su protección. En su reconstrucción se han recuperado los colores y se han subrayado las aristas, delimitando un espacio ascendente y luminoso.

Esta superposición programática, espacial y lumínica encuentra eco en el empleo de los materiales, que definen estratos horizontales tanto al interior como en las fachadas. Así, la cornisa de la cocina marca la imposta de los muros de sillería, que adquieren la apariencia de un basamento para el cuerpo alto, donde se combinan aparejos de ladrillo y mampostería. El barro cocido de los pavimentos, las yeserías de la bóveda o el empleo de alabastro en los vanos enlazan con la tradición monástica esta búsqueda de un equilibrio para acentuar la pregnancia de las preexistencias.


Cliente Client

Ayuntamiento de Fitero

Arquitectos Architects

Miguel Ángel Alonso de Val, Rufino Hernández Minguillón

Colaboradores Collaborators

Eduardo Arilla, Susana Iturralde, Victor Hernández, Patricia Sánchez

Contratista Contractor

Padenasa y Arbeola

Fotos Photos

Jose Manuel Cutillas-Proyectar Navarra