Construida entre dos antiguos edificios industriales de ladrillo, la nueva sede de la Escuela de Arquitectura de Tournai ocupa el interior de un bloque de manzana en el centro histórico de la ciudad. El proyecto está basado en dos estrategias de intervención complementarias. Primero, se erige un nuevo edificio cuyo perfil se dispone de tal manera que continúa la línea de calle trazada por los edificios existentes, clarifica el espacio urbano y cierra la manzana. En segundo lugar, se rehabilita, además de las dos naves industriales laterales —que albergan las aulas y la biblioteca—, un viejo hospital abandonado, que se transforma para acoger funciones administrativas.

Todos los espacios de la escuela quedan conectados, tanto horizontal como verticalmente, por el nuevo volumen, cuya geometría emerge del fondo de la parcela casi sin tocar los edificios adyacentes. La envoltura, precisa y rotunda, se construye con hormigón visto y un lenguaje marcadamente abstracto en las fachadas, cuyo carácter se traslada al interior, que también se termina con el mismo material. Dentro de la nueva pieza se despliega la parte más pública del programa: un auditorio y un gran vestíbulo de encuentro que funcionan como lugar de encuentro e intercambio entre los estudiantes.