Estadio de fútbol, Sevilla
Antonio González Cordón 

Estadio de fútbol, Sevilla

Antonio González Cordón 


Para afrontar los desafíos deportivos del nuevo milenio, el equipo del Real Betis Balompié ha decidido llevar a cabo una transformación radical de su sede en el folclorista barrio de Heliópolis. Manteniendo las trazas originales de la planta, el nuevo estadio —con una capacidad de casi 70.000 espectadores a cubierto— debía sustituir paulatinamente la instalación original, limitando las fases de ejecución a los periodos entre ligas y garantizando un aforo de al menos 40.000 personas durante las obras. Su ubicación, con fachada a una de las vías principales del barrio, confiere al proyecto una presencia urbana que nada tiene que ver con los emplazamientos periféricos previstos por las directrices federativas.

Partiendo de estas premisas, el proyecto se confía a un principio constructivo que huye de convertir la tecnología en evidencia. Frente a la solución más extendida en este tipo de recintos, que segrega la estructura de cubierta de los elementos portantes del graderío, aquí ambas cuestiones se resuelven con un único gesto: la membrana que protege a los espectadores se tensa sobre el perímetro como una piel de tambor, utilizando el cuerpo inferior como anclaje y contrapeso. Un solo tipo de pórtico, que únicamente se hace específico en los huecos de paso, define por rotación el recinto. La membrana de cables de la cubierta voltea así sobre el anillo de coronación para anclarse en la viga de gran canto que asume las tensiones finales. La estructura portante de los graderíos equilibra el sistema, transmitiendo las tensiones a la cimentación mediante tendones postcomprimidos alojados en su interior. El hormigón, el acero inoxidable y el acero galvanizado caracterizan materialmente una obra cuyo mantenimiento —al igual que el de un coche o un ordenador— tiene más que ver con la mecánica que con la edificación.

Infografía del estado final

Un único gesto resuelve la estructura de la cubierta y el graderío, utilizando los pórticos de los asientos para tensar como una piel de tambor la membrana de cables que garantizará localidades a cubierto a todos los espectadores.

Las dimensiones fijas del perímetro llevaron a organizar las localidades en tres anillos superpuestos que minimizan la superficie requerida en planta. Su trazado cuadrangular obedece a la idea de que en un partido de fútbol, el espectáculo no sólo está en el campo sino en la visión de un graderío que aclama a su equipo. Con el fin de evitar una imagen urbana producto de la adición indiscriminada de escaleras, vigas y traseras de graderíos, la envolvente exterior desdibuja las evidencias funcionales y transforma los corredores perimetrales en galería de emblemas e ídolos deportivos. Como una gran celosía, esta piel remite con su geometría calada al triángulo que identifica el escudo del Betis, dejando escapar por sus poros el entusiasmo de la afición.

La horizontalidad de la viga de coronación y la marquesina del zócalo imponen al exterior la escala del estadio, oculto tras una piel de GRC perforada con huecos triangulares inspirados en el escudo del Betis.


Cliente Client
Real Betis Balompié

Arquitecto Architect
Antonio González Cordón

Colaboradores Collaborators 
Fermín Gómez, Tomás Garrido, Felipe Petit (arquitectos architects); Manuel López, Joaquín Martín(aparejadores quantity surveyors

Consultor Consultant
Fernando Medina Encina (estructura structure)

Contratista Contractor 
Dragados y Construcción P. O. 

Fotos Photos
Fernando Alda