Puente peatonal y ciclista sobre el río Cérvol en Vinaroz (Castellón)
Burgos & Garrido 

Puente peatonal y ciclista sobre el río Cérvol en Vinaroz (Castellón)

Burgos & Garrido 


La desembocadura del río Cérvol en el Mediterráneo es hoy un lugar marginal sin carácter. Es un descampado abandonado pendiente de incorporar al tejido urbano de Vinaroz. La canalización de la desembocadura y la construcción de la depuradora de aguas residuales dentro de su cauce natural han degradado aún más la llanura de gravas y arenas en la que se fundían el río y la playa a orillas del mar. El río interrumpía la continuidad del paseo que permite recorrer al borde del mar varias decenas de kilómetros, a pie o en bicicleta, pero su escaso caudal permitía vadearlo. Sin embargo, ahora, las infraestructuras de canalización y depuración y la urbanización de sus bordes lo hacen imposible. Para cruzarlo es necesario remontar el río cuatrocientos metros aguas arriba, donde el puente de Sant Nicolau, básicamente construido para el tráfico viario, tiene acera angosta y peligrosa para los ciclistas.

El puente de la Fora Forat se sitúa en el lugar más cercano al mar en el que es posible hacerlo. Resuelve la discontinuidad que establece el Cervol y las infraestructuras hidráulicas asociadas a su desembocadura y enlaza con las sendas, caminos y paseos que recorren la costa del Mediterráneo al norte y al sur del río. Y en la escala más local, el puente queda asociado a dos pequeños pinares, uno al sur —el pinar de la Fora Forat, ya maduro— y el que propone este proyecto al norte, en el área vacante donde desembarca el puente. Estos dos pinares y el puente mismo, desvelan un lugar formidable de la costa que había quedado oculto y deteriorado, lo hacen reconocible, accesible y le aportan una identidad distinguible desde la distancia.

El puente cede su protagonismo visual al mar, a la desembocadura del río y a los pinares que la acompañan. Lo hace adquiriendo un perfil “horizontal” como si fuera una línea invisible sobre el horizonte del Mediterráneo. Su tipo estructural, stress-ribbon —banda-tesa—con un único vano de 50 m, permite que el tablero se construya con dovelas de solo 12 cm de canto. Esta esbeltez extraordinaria —algo más de 1/400— y su posición paralela a la costa configura un balcón excepcional que flota ingrávido sobre el mar. La banda-tesa, además, permite levantar el puente más corto, el que tiene un impacto visual menor, el que se construye con mayor facilidad y rapidez y el que requiere un mantenimiento menor. Es el modo más liviano posible de cruzar el río Cérvol.

El puente está constituido por un conjunto escaso de elementos que colaboran para hacerlo ligero y robusto al mismo tiempo. La cimentación es de hormigón armado sobre micro-pilotes profundos, las dovelas, de hormigón prefabricado, y las dos platabandas que soportan el tablero, de acero de 700 por 14 mm. Estos pocos elementos facilitan un mantenimiento sencillo y económico en un lugar especialmente agresivo por la presencia del mar. El acabado superficial de las dovelas de hormigón armado sirve como pavimento sin más añadidos y la barandilla se construye con pletinas y con una malla ligera, ambas acero inoxidable. En el frente de levante del puente, por el que transitan los peatones, un pasamanos de madera de ipe de sección gruesa remata la barandilla que es más baja en este lado para hacerla más amable con los peatones a quienes protege. Este remate le da al puente cierto carácter “marino” y permite a los peatones apoyarse mejor sobre él y disfrutar de las vistas al mar. A poniente, para proteger a los ciclistas, la barandilla es más alta —130 cm—, es igualmente ligera, cerrada con la misma malla que a levante, y se remata con pletinas de acero.

El trazado de la catenaria que configura la banda-tesa requiere para que el punto inferior del tablero, en el centro del vano, quede por encima de la línea de inundación de los 100 años, que el estribo sur se sitúe 90 cm por encima de la cota de la acera del passeig Fora del Forat de la que arranca. Esta pequeña elevación se resuelve con una rampa que lo hace accesible y con un graderío donde es posible sentarse y contemplar el mar y dar acceso al puente desde distintas posiciones. Al norte, donde el pretil del río está más distante del mar, otro graderío que remata en el pretil y facilita el acceso a su orilla.

El área actualmente vacante al norte se propone como una superficie horizontal y continua sobre la que una plantación de dos especies de pinos [Pinus halepensis y Pinus pinaster] reconstruye con naturalidad el paisaje de la costa mediterránea, tratando de conservar algo del carácter que tiene de “campa disponible” en la que cualquier uso es posible. Este pequeño pinar está cruzado por un camino pavimentado para ciclistas que enlaza el desembarco norte del puente con el carrer Boverals y está equipado con un mobiliario urbano muy robusto que emplea grandes bloques de piedra caliza que también construyen el espigón de la desembocadura. Los taludes necesarios para alinear el puente con las calles próximas y el pinar, al norte, se cubren con vegetación, tamarindos y sabinas, y una escollera gruesa a levante protege el estribo del embate del mar.

El proyecto integra la construcción civil del puente con la urbanización de su entorno para hacerla más amable y versátil, pero tratando de conservar la naturalidad y cierto “desaliño” que nos parece un valor de este lugar de la costa. Así lo verde, lo ciudadano y lo infraestructural forman un conjunto unitario en el que cada uno de estos elementos añade valor a los otros.

Ginés Garrido

Burgos & Garrido Arquitectos