Libros 

¿Qué está mirando Mies van der Rohe?

Fernando Zaparaín 
31/10/2000


A veces hay cuadros y fotografías que tienen por objeto no sólo lo representado dentro del encuadre, sino lo que está fuera y no se ve. Es el caso de Las Meninas, donde el espectador exterior está siendo pintado por Velázquez y es el centro de atención del cortejo real, aunque ese espectador no aparezca en el cuadro, ni siquiera cuando debería estar reflejado en el espejo junto a los reyes. Algo de esto parece ocurrir en una fotografía que representa a Mies van der Rohe de pie, dentro de su querido Crown Hall de Chicago, con la mirada puesta fuera de la escena. Ricardo Daza nos habla de ella exhaustivamente en un trabajo, cuidadosamente editado por Actar, que prefiere el método insinuante y literario, distinto al de los análisis sistemáticos pero sin renunciar a la seriedad de referencias y fuentes.

Tomando como pie la citada fotografía, realizada por Bill Engdahl en 1956, el autor construye un libro a medio camino entre la novela policíaca y el análisis culto y sugerente. La sucesión de detalles e imágenes de apoyo, completada con gráficos donde se analizan las posiciones, distancias y líneas, nos ayuda a recorrer una apasionante aventura en la que cada vez sabremos más sobre lo que está pasando, no tanto dentro como fuera de la fotografía.

Como dictan los cánones del género de suspense, empezamos con el planteamiento, que se centra en responder a la pregunta ¿dónde está Mies? Al principio, el arquitecto flota en la nebulosa e indeterminada atmósfera racional de su edificio, pero algunas pistas descubiertas por los sagaces ojos de Ricardo Daza permiten situar la escena. Se determina el lugar exacto y la posición de los protagonistas mediante el ingenioso análisis de las líneas de las baldosas, de la colocación correcta del pañuelo en la chaqueta de Mies o a través de la presencia de un perfil estructural, del foseado del falso techo o gracias a la silueta incierta y fantasmal de un árbol tras la ventana.

Después de estas averiguaciones la tensión se incrementa y llegamos al nudo de la intriga, planteado con la pregunta: ¿qué está mirando Mies? El resto del libro desvela datos sorprendentes, siguiendo la mirada de Mies que se aleja más y más de los objetos cercanos y desborda los límites del edificio hasta llegar... ¿a dónde? Como el desenlace de un relato inquietante no se cuenta, sólo adelantaremos que la conclusión se aproxima a las ausencias detectadas por tantos protagonistas de la modernidad, como De Chirico con sus maniquíes que han perdido las facciones o Edward Hooper con sus individuos solitarios en la gran ciudad. La aventura moderna, a cambio de su gratificante novedad, pagó quizás el precio de la despersonalización consecuencia del mecanicismo que reflejan los abandonados interiores de las villas de Le Corbusier o las fantasmagóricas perspectivas de Hilberseimer. Pero será mejor que los lectores busquen en la mirada de Mies y saquen sus propias conclusiones. 


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