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Museo Munch en Oslo

Munchmuseet

27/10/2021


«Solo podría haber sido pintado por un loco». Lo escribió Munch con un lápiz sobre el lienzo de El grito, la tan célebre como inquietante obra que tiene como fondo el fiordo de Oslo: el mismo lugar donde se sitúa el nuevo icono de la ciudad, el Museo Munch construido por Juan Herreros.

Concebido como un hito que realza el paisaje natural del fiordo y el artificial de la Ópera de Oslo, el museo se extiende con sus severas y elegantes líneas por un zócalo de condición cívica, antes de levantarse en un cuerpo no menos severo y elegante, pero a la par expresionista, que se nimba de reflejos atmosféricos y se quiebra dramáticamente en su coronación. Este expresionismo racional casa muy bien con el carácter moderado de la cultura nórdica y con su larga tradición paisajística; y casa también con el expresionismo de la propia obra de Munch, tan singular en el contexto de la pintura europea.

Tipológicamente, el edificio es un alarde de inventiva: lejos de ceñirse a los esquemas al uso —la organización lineal de una serie de white boxes—, se desarrolla orgullosamente en altura, y hace de las escaleras mecánicas un poderoso recorrido ascendente que culmina en el impresionante mirador sobre Oslo. Por el camino, el visitante recorre los estratos de la obra de Munch al tiempo que asiste a la revelación de los diferentes estratos de la ciudad.

La inauguración del Museo Munch tras un complejo y largo proceso que comenzó con la concesión de un primer premio en el concurso internacional convocado en 2009, es una gran noticia para Noruega. Pero es también una gran noticia para la un tanto alicaída arquitectura española.


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