El diluvio digital

Otoño

Luis Fernández-Galiano 
30/04/2010


No puedo fingir familiaridad con la revolución digital. Pertenezco a una generación que usaba el lenguaje Fortran en los años sesenta, cuando para hacer correr un programa sencillo había que reservar tiempo en el ordenador, que por aquel entonces era una gran máquina que ocupaba multitud de consolas en una sala climatizada, y nuestra papelería de interfaz eran tarjetas perforadas e interminables fuelles de hojas listadas. Cuando estas revistas se crearon en los años ochenta, no disponíamos todavía de ordenadores de oficina, toda la producción se hacía con métodos analógicos tradicionales, y la world wide web ni siquiera existía. Ahora que el proyecto AV/Arquitectura Viva ha cumplido veinticinco años, catorce de ellos en la red, parece obligado usar el aniversario para reflexionar sobre unas técnicas que están modificando la arquitectura tanto como nuestras vidas. Es redundante repetir que el diseño asistido por ordenador ha alterado la concepción de la arquitectura de la misma manera que la perspectiva lo hizo en el Renacimiento, y además debe añadirse que estas nuevas herramientas informáticas permiten construir formas de una complejidad inédita, lo que causa la natural ansiedad de aquellos educados en la sobria disciplina del tecnígrafo o el humilde ‘paralelín’. Inevitablemente obsoletos, nos enfrentamos al diseño paramétrico con la fascinación y la desconfianza que nos produciría un animal salvaje. Los volúmenes indómitos que habitan los tableros de los concursos antes de trasladarse a las páginas abigarradas de AV Proyectos son sin duda un buen testimonio de esta proliferación incontenible de propuestas formales, mórbidas quizá como una infección vírica, y burbujeantemente especulativas como una fiebre de tulipanes...


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