Opinión 

Colores de guerra


Publicidad de pintalabios, 2001

Cuando en la ciudad de torres cosméticas irrumpe el terror como un proyectil fálico, todo se contamina con ecos balísticos: las Torres Gemelas se transforman en obuses no muy distintos de los que se fabrican en Oklahoma, los minaretes en misiles semejantes a los representados en los palacios de Sadam Husein, y las Torres Petronas de la Malaisia islámica encuentran una réplica en los rascacielos apuntados de Londres o Barcelona. Como en las banderas reproducidas en el umbral del capítulo, los símbolos militares y civiles se amalgaman, ensayando síntesis entre el ardor guerrero y la lógica comercial. De la misma manera, indecisa entre el belicismo americano y su hedonismo mercantil, la vieja Europa no sabe si dejarse secuestrar por el toro o elegir un destino rumiante y apacible. Las reticencias justificadas ante las aventuras bélicas de los Estados Unidos de América no han hecho a EEuropamás capaz de poner orden en su casa y, como en tantas ocasiones anteriores, han sido tropas americanas las que han apagado los fuegos de Europa. No sé si es cierto que, como afirma Robert Kagan, los americanos son de Marte y los europeos son de Venus; pero no cabe duda de que todos habitan el planeta Tierra, y es su interés compartido ensayar la azarosa supervivencia de este globo frágil...[+]


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